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Francisco Morant, investigador del Instituto ai2: "Aprovechemos la ocasión para proyectar el futuro y corregir lo que nos puede permitir crecer"

Francisco Morant, investigador del Instituto ai2: "Aprovechemos la ocasión para proyectar el futuro y corregir lo que nos puede permitir crecer"

Cuando ya casi alcanzamos la “nueva normalidad”, me han pedido que escriba un editorial para el boletín del Instituto. Son muchas las ideas que me surgen, pero la limitación de espacio me obliga a seleccionar las que considero más interesantes. Aprovecho la ocasión para desear una total recuperación a los compañeros y amigos que han sufrido las consecuencias de la pandemia que nos ha cambiado la vida. Desde aquí, les mando un fuerte abrazo.

La idea original era hablar sobre los temas y proyectos en los que el grupo de investigación está trabajando. El objetivo era contar que el centro de nuestro trabajo es el diagnóstico de fallos y mantenimiento predictivo. Los primeros trabajos de investigación fueron muy académicos y nos permitieron estudiar técnicas de diagnóstico y prevención de fallos e incluso aportar nuevas metodologías basadas en redes de Petri e inteligencia artificial. Estas técnicas fueron aplicadas en refinerías colombianas y en redes eléctricas mexicanas. El punto de inflexión fue la participación en un proyecto grande junto con 32 empresas del sector energético para el desarrollo de un parque eólico en alta mar. Nuestra aportación fue el diseño de un sistema de detección de fallos y mantenimiento predictivo del parque eólico. Los costes de desplazar buques de mantenimiento al parque justifican aún más este tipo de mantenimiento predictivo y manejo de activos para optimizar desplazamientos costosos y optimizar la producción del parque. A partir de ese proyecto exitoso, nos centramos en el área energética, con la colaboración del Grupo de Energías Renovables del Instituto de Energía Eléctrica.

Nuestro objetivo se centró en estudiar los sistemas de producción energética basados en la integración de varios subsistemas de energía renovables (fotovoltaicos, eólicos, minicentrales hidráulicas, turbinas marinas…) con sistema de almacenamiento para cubrir más horas de servicio y con apoyo puntual de plantas diésel cuando fuese necesario. Estos sistemas requieren de un sistema de gestión de la energía que puede incluir todos los desarrollos aportados por nosotros en relación con la detección temprana de fallos y las acciones oportunas para garantizar la continuidad del servicio y la estabilidad del funcionamiento. Son muchos los temas que hemos desarrollado, pero podría resaltar: primero, el desarrollo de una boya marina que integra turbinas marinas, energía fotovoltaica, eólica y almacenamiento en batería. La boya es un sistema autónomo cuya energía se puede utilizar para temas de comunicaciones y, si está cerca de la costa, los excedentes se pueden verter a la red. La boya está monitorizada, de manera que todos las variables están controladas desde tierra.

Por otro lado, hemos trabajado en sistemas híbridos de producción de energía en los que hemos participado asesorando a empresas y, también, en la etapa de diseño y simulación. Por el impacto social que se consigue con estos sistemas llevando energía donde no la hay, son proyectos de los que me siento especialmente satisfecho. De todos ellos resaltaría las instalaciones de Nazareth, en la Guajira Colombiana, en isla Fuerte, isla Múcura, islote de San Fernando (en el Caribe), las realizadas en el Amazonas colombiano (Puerto Nariño, Macedonia y San Martín) y la realizada en el Remanso (Santa Cruz de la Sierra, Bolivia).

Por último, destacaría los sistemas de eficiencia energética en edificios públicos en la isla de San Andrés para el ahorro de diésel y en otros edificios en instalaciones públicas colombianas.

Hemos realizado también proyectos de asesoramiento a instituciones colombianas para formación de profesionales e investigadores. Junto con el Grupo de Energías Renovables del Instituto de Energía Eléctrica hemos ofrecido una maestría a los profesionales de Instituto de Planificación de Sistemas Energéticos (IPSE), que es el organismo encargado de dar servicio energético a las zonas no conectadas a la red eléctrica. También hemos diseñado y construido un laboratorio de investigación sobre energías renovables en el Departamento del Chocó, en colaboración con la Universidad Tecnológica del Choco y financiado por el Sistema de Regalías del Gobierno de Colombia.

De todo ello os quería hablar con detalle hasta que vi un anuncio en la página web de la universidad sobre el resultado del Ranking QS. Lógicamente, todo lo que sale por esa web es en positivo y con razón, porque hay muchas cosas de nuestra universidad de las que tenemos que sentirnos orgullosos, pero yo me siento en la obligación, al analizar los resultados de ese ranking, de hacer una reflexión más crítica del sistema universitario en general y de nuestra universidad, en particular.

Como muchos de vosotros sabéis, llevo vinculado a la Universitat Politècnica de València 39 años. Algunos de esos años los he dedicado a la gestión universitaria y también a la gestión en la Administración Autonómica. Dentro de la universidad, he ocupado los cargos de director de departamento, director de Instituto de Investigación y vicerrector con dos rectores diferentes. En la administración autonómica, mi responsabilidad fue la de Director General de Formación e Inserción Profesional. Desde hace casi 10 años, decidí no ocupar ningún cargo de gestión más y dedicarme a temas de docencia, investigación y relaciones con las empresas, cuyos resultados he comentado anteriormente. Lo anterior lo cuento para que veáis que he sido testigo de la evolución de esta universidad y que conozco un poco, por los cargos ocupados y por la actividad actual en España y fuera de ella, las necesidades que el sector productivo está demandando.

He leído un artículo en relación con el Ranking QS que se acaba de publicar. El titular de dicho artículo sugiere que la universidad española pierde prestigio internacional por su desconexión con el empleo y justifica esa pérdida de prestigio en una financiación insuficiente, una normativa inflexible y poca conexión con la realidad. También quedamos mal parados en el apartado de impacto de la investigación.

El presidente de la Conferencia de Consejos Sociales de las Universidades Españolas es muy crítico en este tema y analizando el informe comenta que el 37% de los jóvenes españoles trabaja en puestos por debajo de su cualificación y muchos de ellos no trabajan en una actividad adecuada a su titulación. Como conclusión, hay una clara desconexión entre la universidad y el tejido productivo. El mismo presidente sugiere que la solución está en trabajar con los empleadores para ofrecer más prácticas en las empresas, consultar más a las empresas sobre las habilidades que les faltan a los alumnos y reformar los planes de estudio para reforzar o transmitir esas habilidades.

Yo estoy de acuerdo con ese análisis, puesto que los datos son los que son. Ya hace más de 20 años, cuando era responsable de inserción laboral, se detectó el mismo problema e intentamos acercar más el mundo académico al productivo y, por lo que veo, a pesar del esfuerzo de entonces, el problema sigue o, lo que es peor, está aumentando. Al final, uno piensa que las medidas que sugiere el presidente de los Consejos Sociales para solucionar ese problema pueden ser acertadas, pero yo creo que el problema es de mucho más calado y las soluciones son otras. Los dos mundos: el productivo y el académico se pueden acercar y colaborar, pero finalmente ambos cuentan con personas y son ellas las que tienen que propiciar ese acercamiento.

En este momento quiero recordar el libro de un pensador chino que vivió por el siglo IV antes de Cristo, Chuang-Tsé. Un personaje simbólico del libro, el Dios del Mar, dice: “¿Cómo podré hablar del mar con la rana si nunca ha salido de su charca? ¿Cómo podré hablar del hielo con el pájaro de estío si está retenido en su estación? ¿Cómo podré hablar con el sabio acerca de la vida si es prisionero de su historia?”

Yo creo que en esta reflexión del filósofo chino está detectado el problema. Para hablar del mar habrá que conocer el mar, para hablar del hielo deberías conocer el invierno. Para hablar del sistema productivo deberías conocerlo muy bien. Si desde la universidad no estamos en contacto con el mundo productivo no vamos a saber qué problemas tienen y qué perfil de profesionales necesita. Una solución fue la figura del profesor asociado que pretendía un acercamiento a la inversa. Profesionales de las empresas colaboraban en la docencia, de manera que los alumnos recibían una enseñanza muy adaptada a la necesidad de perfiles profesionales que esos profesores detectaban que sus empresas necesitaban. Esta figura, con el tiempo, se ha desfigurado y el objetivo inicial se ha pervertido. La figura de profesores asociados se ha utilizado de manera perversa por las universidades para conseguir abaratar su plantilla y, en la actualidad, es un proceso a la inversa; la universidad los utiliza como moneda de cambio para crear plazas de carrera universitaria amortizando plazas de asociados. En resumen, ha fracaso el intento.

De nuevo, el mundo productivo y el académico son como dos raíles de la línea férrea que caminan en paralelo, pero con muy poca conexión entre ellos. Esta circunstancia puede que empeore la situación, puesto que pueden dejar de ser paralelos para convertirse en divergentes.

Hace algún tiempo estuve en un tribunal de PFC de la ESTID y me llamó la atención el proyecto que presentaba una alumna. El proyecto lo realizó en colaboración con una empresa y resolvía problemas de redes de comunicación, monitorización con un sistema Scada y temas de integración sensorial. Al finalizar, yo le pregunté qué conocimientos adquiridos en el grado había utilizado para la realización de ese trabajo. La contestación fue rotunda: ninguno. Aproveché la presencia de la responsable del título para que reflexionara sobre lo que estábamos haciendo. Dentro de lo malo, uno puede pensar que la formación recibida le sirvió para búsqueda de fuentes, análisis de soluciones y, finalmente, resolver el problema, pero no se trata de eso.

No estoy diciendo que se abandone la investigación teórica, porque en su definición tiene por objetivo la generación de conocimiento sin importar su aplicación, y puesto que uno de los objetivos fundamentales de la universidad es la generación de conocimiento, esta es muy necesaria y conveniente. Esta investigación debe de estar presente siempre en la universidad como un objetivo prioritario, pero también esos conocimientos generados se pueden utilizar para solucionar problemas y, en ese sentido, la investigación aplicada, cuyo objetivo es encontrar estrategias que puedan ser empleadas para resolver un problema específico y que se nutre de la investigación teórica para generar conocimiento práctico, debe de estar muy presente en una universidad politécnica, ya que es un camino para acercar el mundo científico al productivo.

También es misión de la universidad formar buenos profesionales con perfiles que demande la sociedad. Para esa misión, el peso de la investigación aplicada será relación directa con la adaptación de esas enseñanzas a lo que realmente necesita la sociedad. El resultado del acercamiento del investigador, el profesor o el personal de la universidad al mundo productivo mediante estrategias que se deberían diseñar, será una adaptación de los contenidos para ajustar su enseñanza, puesto que ellos serán testigos directos de lo que la empresa está utilizando y lo que está demandado. Si conseguimos que los raíles por los que circula el mundo productivo y el académico se crucen constantemente, conseguiremos una convergencia de objetivos.

Instrumentos de control para que esto ocurra tenemos. Si entramos en la web del Consejo Social de la Universidad y abrimos la presentación de nuestra presidenta podemos leer: “La Universidad juega un papel fundamental en la transmisión de conocimiento a una sociedad que, cada vez, le exige mayor implicación. En la hoy conocida como tercera misión de la universidad, la contribución al desarrollo económico y social, resulta fundamental la transferencia de la investigación a la sociedad, así como la mejora de la inserción laboral de los titulados. En el impulso de este modelo juega un papel trascendental la labor del Consejo Social como nexo de unión entre la institución universitaria y la sociedad”. Efectivamente, una de las funciones del Consejo Social es esa y, frente a eso, solo cabe decir: cúmplase.

Finalmente, estamos en un momento muy importante porque, debido a la pandemia, nuestra forma de vida puede cambiar, al menos temporalmente. Si aceptamos la definición de resiliencia como la capacidad que tiene una persona o un grupo de recuperarse frente a la adversidad para seguir proyectando el futuro, estamos en un momento muy bueno para reflexionar sobre esto, ya que estos momentos difíciles permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento.

Aprovechemos la ocasión para proyectar el futuro y corregir aquellas cosas que nos pueden permitir crecer.

Saludos.