
Iván Alarcón Ruiz es graduado en Biotecnología por la UPV y con tan solo 22 años ocupa la tercera posición del ranking de la Sociedad Española de Excelencia Académica (SEDEA) en esta especialidad. Actualmente trabaja como investigador en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC), pero durante tres años formó parte del equipo del Laboratorio de Control de Biosistemas y Biología Sintética del Instituto ai2, con quien continua colaborando en la aplicación de la biología sintética al desarrollo de nuevas terapias antitumorales. En esta entrevista, nos cuenta más sobre su salto del ai2 al CNIC y el futuro de los proyectos en los que trabaja.
Has explicado en alguna entrevista previa que en el Laboratorio de Biología Sintética es donde descubriste tu pasión y se inició lo que sería tu futuro profesional. Cuéntanos en qué proyectos trabajaste allí.
He estado trabajando durante 3 años en este laboratorio, junto a los doctores Picó, Vignoni y Boada; y a día de hoy continuamos colaborando. El Laboratorio de Biología sintética es un grupo muy interdisciplinar que ofrece muchísimas oportunidades, especialmente para aquellos estudiantes que están dando sus primeros pasos en la ciencia, como fue mi caso. Durante estos años hemos trabajado en muchas líneas de investigación que tienen como punto en común la biología sintética de bacterias. Desde la aplicación de modelado matemático y aproximaciones experimentales para controlar la expresión génica y la variabilidad y heterogeneidad en poblaciones celulares, hasta el diseño de bacterias inteligentes para el tratamiento del cáncer.
¿Y qué aporta la perspectiva de la biología sintética a la hora de diseñar soluciones (médicas, en este caso,) frente a otras disciplinas más convencionales?
En la actualidad, una de mis principales líneas de investigación en este laboratorio es la búsqueda de nuevas estrategias terapéuticas para el tratamiento de diferentes tipos de tumores, para lo que colaboramos con diversos grupos de investigación. La biología sintética es fundamental a la hora de buscar nuevos enfoques en la medicina. Su principal atractivo es la capacidad de crear sistemas complejos y poder manipular el comportamiento de las bacterias (o, en otros casos, de células humanas) para que actúen como nosotros queremos. Como decía, estamos creando bacterias inteligentes que son capaces de detectar dónde hay un tumor y atacarlo, pero sin afectar a las células sanas de nuestro cuerpo. Todo ello ofrece muchísimas ventajas respecto a las disciplinas tradicionales (aunque este tipo de terapias todavía están en una fase muy temprana de desarrollo), pero sobre todo destacaría una mayor eficacia frente a los tratamientos clásicos y su menor toxicidad y efectos secundarios.
¿Qué crees que te llevaste al CNIC de tu paso por el laboratorio del ai2 en cuanto al aprendizaje, investigación, formación o trabajo en equipo?
Me llevé muchas cosas que me han sido muy útiles en esta nueva etapa en el CNIC. En este laboratorio aprendí el valor del esfuerzo y la constancia y a colaborar con otros científicos de áreas de conocimiento muy distintas a la mía (biotecnología). Aprendí también cómo se gestiona la ciencia española desde dentro, cómo se plantea y se inicia un nuevo proyecto y la importancia de tener siempre la mente abierta a nuevas ideas, nuevas técnicas e incluso nuevos problemas.
¿Cuáles son tus planes a partir de ahora?
En septiembre tengo previsto realizar el doctorado en Biociencias Moleculares en el Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares. Después me gustaría pasar unos años investigando en Estados Unidos y volver más tarde a España para intentar establecerme como profesor de universidad, puede que en la UPV.